...Pero antes no cantaba, sólo era una broma por su afición a aquel cantorzuelo que dicen que no hay que nombrarlo porque después cazar el huevo o la teta izquierdo (los trans pueden ambos)y rezar tré grande Pugliese grande y así el santito del pc nos salva de la yetaturía o yetatorez, la rodilla de María Ema si cantaba pero de dolor por las cápsulas sinobiales traumatizadas por una larga tradición en postres y lechones adobados.
Vivíamos en un caserón ,cerca de donde sus padres habían muerto internados, un caro geriátrico especializado en enfermedades mentales degenerativas, dejándole un pequeño inventario de objetos de alcurnia extravagante y una profunda bancarrota de la cual sólo pudo salir con una dieta estricta de café con leche y queso Mar del Plata.
Su elección por la Psiquiatría casi había sido una casualidad, aunque las casualidades no existen, como bien saben todo el campo psi y la física cuántica, y rendido el último final de medicina general a fuerza de tostaditos y cortados se aplicó a todo examen de residencia que se le cruzase con la intención de poder solventarse con su profesión elegida y el bingo la puso en el Álvarez, o en el Ameghino, no recuerdo pero sé que era con una A y no con una B como el Borda o M como el Moyano o T como el Tovar.
Esto viene a colación, porque esa pieza de plata que se llevó la yegua de la empleada doméstica entre otras cosas más históricamente irrecuperables que pecuniariamente solventes nos hacía reír con el recuerdo de la época en que tentábamos María Ema y yo de hacer desaparecer los blasones tan duramente acuñados por los antepasados en el banco municipal de empeños, y al ver que nos ofrecían monedas volvíamos a enfundar los objetos y nos íbamos muertos de risa y de necesidad, en esa época que Alfonsín anunciaba el saqueo de la casa en orden, la profanación del cadáver de la abuela, a la que le habían cortado las manos para abrir la caja de seguridad en Suiza y acceder a sus joyas y consoladores.
Con esto te quiero decir que mi vínculo con María Ema no pasa exclusivamente por la enfermedad mental( aunque por supuesto el entrenamiento ayuda); desde hace muchos años también compartimos el servicio doméstico.
La pieza en cuestión era un mango exquisitamente filigranado, con una clavija para ajustar la abertura por donde se introducía la pata del pavo ya asado o quizás del ganso ya confitado, para sostenerlo con firmeza y proceder a su fileteado y/o destace.
Debimos haberle dicho que era un instrumento de tortura cuando nos preguntó.
A continuación declaró: Estas navidades quiero que mi familia coma pavo.
Luego lo levantó hacia la luz, como enarbolando un cetro mágico.
Después dijo: Lo voy a limpiar.
Por suerte no se refería a nosotros, dado que lo hizo desaparecer y aunque a los quince minutos se lo reclamamos, nunca más retornó a nuestras manos.
Es cierto, le descontamos unas monedas, menos de lo que nos hubiera dado el banco municipal de empeños, pero infinitamente menos de lo que nos costaría algo similar, no digo igual en San Telmo.
Y este fue el broche de una larga serie de objetos, amén de dinero y otras cosillas...
Así que María Ema y yo de nuevo en ese torbellino de no tener muchacha y ella con su rodilla que canta y yo entrenando a la nueva compañera latinoamericana que la aceituna se descaroza no se pela y los rabanitos no se hierven y como se cambia el rollo porque tirando ya me hicieron mierda tres portarrollos de porcelana y cuestan un huevo además y además yo te voy a hacer cocinar como el Gato Dumas no señor de ninguna manera usté me va a hacer laburar de gato para prostitución me quedaba en constitución(porque para eso está la metonimia)
Digo, cosas por el estilo, siempre exagero un poco, pero no demasiado.
Y al final uno se queda como un pavo, con las patas para arriba.
Y no es el banco municipal de empeños es el Área Pignoraticia del Banco Ciudad de Buenos Aires, ahora coto de caza excluyente de Lauricio Lacra y sus colaboradores, diríase los nuevos Joe Bazooka Martinez de Hoz y sus Mecagoenustedes Boys.
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