lunes, 19 de noviembre de 2007

Memorias encontradas bajo una sombrilla 5

Día 15 01/02/02 Las Bruscas Chiquitas

Hoy, mágico día de recambio de quincena y de temporada, de contingentes, transportes y alojamientos, nosotros, tan modernos, tan superados, tan cómodos habiéndolo arreglado todo en una coreografía perfectamente sincronizable, aún más, con el swing que emana del ejercicio intenso de la vacación, desocupamos la casa que habitamos en Enero y nos dirigimos a otra, que alquilamos pactando toda la temporada conjuntamente con una pareja amiga, ellos partían para la capital y nosotros habíamos pensado pasar el día con ellos, pero las cosas no salieron tan cómodamente como lo habíamos planeado.
En principio vinieron los dueños de la casa que dejamos, que habían estado dando vueltas desde las cinco de la mañana hasta decidir tocarnos la puerta a eso de las siete,y a pesar de que nosotros teníamos todo nuestro equipaje preparado el remisero que los trajo volvió a cargar una de las valijas de ellos con las nuestras...
Después, cuando llegamos a nuestro nuevo alojamiento, el remisero le golpeó la cabeza a mi mujer queriendo cerrar la tapa del baúl mientras ella pispeaba por si quedaba alguna cosa nuestra todavía...
Nuestros amigos dormían, y tuvimos que tocar la puerta varias veces.
Ella salió a recibirnos en medio de un ataque de histeria, y entre gritos e improperios al "tarado" de su marido, le decía a mi mujer que esa transición deberían haberla arreglado "entre las mujeres, porque los hombres no entienden nada" mi mujer discretamente antes de partirle una silla en la cabeza se fue a comprar medialunas, esperando que el brote de idiotez se serenara un tanto, cuando llegó en otro taxi el dueño de la otra casa, preocupado por la valija en donde tenía sus alicates y lavativas y quizás también los dólares, pero no llegué a chequear tanto.
Luego desayunamos todos en un clima tenso, entretanto la mujer de mi amigo hacía como que barría el piso para dejarnos la casita "en condiciones".
Cuando subieron bultos y chicos al auto y se alejaron, aliviados llamamos por teléfono a la señora que limpia para que viniera a sacar el pelo de perro que tapizaba el piso...
Pelo de perro...si, mucho pelo de perro, y nosotros tan alérgicos... creo que fue en ese momento cuando escuchamos los gemidos del pobre pichicho... los desamorados, desnaturalizados y neuróticos de sus dueños lo habían dejado de seña...
Los llamé por celular, por suerte habían parado en Mardel y volvieron a buscarlo.
Durante media hora aguanté el llanto del perro, díganme cruel pero lo até a la pata del silloncito que está en el porche y me fuí a la playa.

Día 14 02/02/02 Las Brutitas

Finalmente convenzo a mi mujer: las casas de Las Prusianitas pueden ser regios alojamientos, pero la playa es espantosa.
A la tarde camino ese kilómetro y medio hasta Saint Edgard Varése, dejo mis petates sobre una roca curiosamente parecida a la República Argentina, y me sumerjo perpendicularmente a ésta, para usarla como punto de referencia por si el oleaje me mueve.
Curiosamente hacia la derecha me rompo los pies en las rocas y el mar amenaza con ahogarme, en cambio hacia la izquierda la arena es suave y el agua templada.

Día 13 03/02/02 Las Putitas

Cuando todo es razonablemente fluido, dadas las circunstancias, y no hay motivo para la infelicidad (razonablemente entendida) tu propia mujer te suministra alguno de génesis patitesticular.

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